Dichoso trabajo, con la resaca que tenía por tomarme unas copas de más, insoportable. Como siempre, al levantarme miro el reloj y, tal y como ya sé, pienso mil tacos que decir pues quien es el guapo al que llaman para ir a trabajar a las cuatro de la mañana. Menos mal que al menos me gusta mi trabajo pero siempre están esos días en los que un imbécil mete la pata y vuelta a empezar. Llego a mi puesto, preparo los utensilios y me traen el "objeto" que me falta para trabajar y así hasta más de las ocho de la tarde ( sin contar los descansos para comer de quince minutos). En total llego a casa a las nueve, ceno con mi mujer mientras esta se ocupa de la comida del bebé. Ejerzo mis labores de marido junto con mi mujer después de acostar al nene y a las doce a dormir, y mañana otra vez lo mismo. Menos mal que al menos lo que pagan no es poco pero hay veces en las que lanzaría mis utensilios, mientras grito como loco, a diestro y siniestro.
¿Saben ya cuál es mi trabajo? ¿Entienden ya el estrés al que estoy sometido a veces?
Si no soportan estas condiciones ni se les ocurra estudiar para este empleo.
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Muy bueno, Dani. Me gusta porque se acerca mucho a una confesión hablada. Sabes cogerle el tranquillo a la primera persona...
ResponderEliminarEl único problema es que no se ve muy bien.
Un abrazo.