Rubén Vila era un hombre medianamente alto, tenía poco pelo y aún menos en la coronilla, parecía estar siempre enfadado ya que su boca estaba un poco caída, sus ojos decían más de el que la cara de enfado que solía tener, eran de un tono marrón, pero oscuro como la noche, aún así de un brillo espectacular que me hace creer que no es tan malo como aparenta, su nariz, era bastante arqueada y su bigote de un espesor tal que a su lado el amazonas se queda pequeño, su cara redondeada tenía la mayor aglomeración de arrugas que jamas haya visto.
Su forma de vestir era muy elegante, siempre llevaba ese conjunto de pantalón y chaqueta marrón claro, junto con la camiseta blanca y la corbata a juego.
Pero lo que más imponía de él, era su forma de caminar, ese porte que tenía cuando caminaba, el paso lento y ese aire soberbio que tenía, hacía que todos lo respetaran.
Su barriga hacía parecer que estuviera de cuatro meses de embarazo y cuando daba sus largas charlas nos desquiciaba ya que su forma de hablar era tan lenta que parecía que tardaba años entre palabra y palabra, pero aún así su ruda y fuerte voz impedía que nos durmiéramos.
Beatriz Carmona Bueno
Su forma de vestir era muy elegante, siempre llevaba ese conjunto de pantalón y chaqueta marrón claro, junto con la camiseta blanca y la corbata a juego.
Pero lo que más imponía de él, era su forma de caminar, ese porte que tenía cuando caminaba, el paso lento y ese aire soberbio que tenía, hacía que todos lo respetaran.
Su barriga hacía parecer que estuviera de cuatro meses de embarazo y cuando daba sus largas charlas nos desquiciaba ya que su forma de hablar era tan lenta que parecía que tardaba años entre palabra y palabra, pero aún así su ruda y fuerte voz impedía que nos durmiéramos.
Beatriz Carmona Bueno
